Una cerradura, una escalera, un portal, un hombre en la oscuridad que se pasó la vida mirando por el ojo de la cerradura, sin atreverse a salir. ¡Disfruta el relato colaborativo de nuestro  primer #RetoCuentaCuentosLEA!

Vivía en una cueva oculta. Nunca supo cómo llegó hasta allí. Parecía atrapado por sus propios pensamientos, dominado pr acertijos sin resolver, dignos de un #EscapeRoom en toda regla.

Aquel día era diferente. Cuando todo parecía oscuro, notó algo en su pantalón. Un pequeño bulto asomaba en el bolsillo. ¡Parecía que por fin había encontrado la llave! Esa llave que, estaba seguro, le mostraría el camino a otras realidades.

Después de sopesarlo bien, se levantó, volvió a mirar por la cerradura y un mundo nuevo se abrió ante él. Ya no parecía la imagen aburrida y monótona de siempre, aquel blanco y negro interminable. Algo de color despuntaba en ese paisaje silencioso. Un mundo sacado del imaginario de #Magritte.

¿Sería acaso la llave del futuro la que estaba ante sus ojos? No pareció emocionarse demasiado con esas pinceladas de surrealismo: ya se sabe, con Magritte, nada es lo que parece. Cada día imaginaba que, tras esas puertas, habría mil historias encerradas, pero aún no estaba preparado para vivirlas.

– Si solo tuviera un poco más de determinación para cruzar esas puertas…-pensó a la vez que volvía a sentarse en el frío suelo de piedra.

De repente, desde el otro lado, se oyó una voz difuminada cuyo timbre, extrañamente, le resultaba familiar:

– Esta llave es demasiado pesada para cogerla yo sola. Estoy perdida, pero él sabe que me oculto en este lugar. Nos encontrará. ¡Vive aquí! Estoy segura. -dijo la voz mientras canturreaba para tranquilizarse.

Levantó su cabeza alarmado. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras se acercaba pausadamente a la puerta.

– ¿¡Hay alguien ahí!?- exclamó sorprendido. Sólo escuchó su propio eco.

No era la primera vez que escuchaba a alguien en ese silencio inmenso. El llanto de un bebé daba vueltas en su cabeza cada noche. Aunque no sabía de dónde venía, sabía que algo fuera lo estaba esperando, y que no se iba a mover.

– Éste es el camino hacia la libertad. Tu verás… -se dijo a sí mismo mirando enfurecido por la mirilla.

Se armó de valor. Decidido, se puso en pie de nuevo, cogió impulso y cerró los ojos. La llave seguía en su bolsillo. Visualizó la puerta en su mente y fue hacia ella corriendo. Apretó los dientes. Esta vez no pensó en el golpe que se iba a dar, ni en el dolor que sentiría después, sino en lo feliz que sería si atravesaba la maldita puerta.

Y ocurrió algo inesperado.

Lo que parecía una llave, no era una llave sino su familia y sus compañeros esperándole. Vio a su mujer y a su hija después de mucho tiempo. Era ella el bebé que sollozaba. Había despertado por fin. Empezó a reconocer caras, voces, olores… Abrumado, no paraba de llorar de alegría mientras abrazaba a todos.

Nuestro personaje se llama Pedro. Víctima de un accidente de tráfico mientras conducía con su familia de camino a su casa de la playa. Su mujer y su hija murieron en el acto. Él estuvo en coma un año y medio. Después tuvieron que desconectarle de la máquina que le había mantenido con vida todo ese tiempo.

—Pedro volvió a ser feliz en ese cielo surrealista de Magritte.—

 

ANA OTÓN

 

PARTICIPANTES: @flipped_primary @esthertorrglez @AgoraAbierta @rub_saez @luisarcastellan @doloresojeda1 @MiriamMAjedrez @belenmtorres @marymarmaestra @melisagenn